Mezclar tocino, velocidad… y bicicletas

El pasado 5 de marzo el periódico Granada Hoy tituló de manera alarmista una noticia relacionada con la bicicleta cuyo contenido era la copia de una nota de prensa del Ayuntamiento de Granada publicada el 4 de marzo.

La cultura de la bicicleta se implanta en Granada pero triplica los accidentes.

En el año 2011 el área de Movilidad contabilizó 26 ciclistas implicados en siniestros con víctimas mientras que en 2015 la cifra subió hasta los 70.

(Granada Hoy, 5 de marzo de 2016)

Una vez más, a través de los medios de comunicación, se vuelve a incidir en la idea equivocada de que la bicicleta es peligrosa: “en los últimos cuatro años se ha pasado casi a triplicar el número de ciclistas implicados en accidentes de tráfico”. Teniendo en cuenta el titular de la noticia sería de esperar que en el desarrollo se diera el mismo énfasis, como mínimo, a la idea de que la bici se usa cada vez más como medio de transporte que a los accidentes. Pero solo María Francés, concejal de movilidad, viene a aclarar el malentendido al que conduce el titular cuando comenta lo siguiente: “el uso de la bicicleta está cada vez más normalizado en la ciudad y ese mayor uso explica el aumento en el número de accidentes”. Y es que un titular que indica el incremento del número de accidentes sin relacionarlo con el aumento del número de ciclistas y de kilómetros recorridos induce a pensar lo contrario a la realidad, pues sucede que proporcionalmente desciende la accidentabilidad pese a haber aumentado el número de accidentes, tal y como aclara María Francés.

Si queremos que la información sobre accidentalidad ciclista en la ciudad resulte útil para los lectores, en primer lugar, los datos deben ser públicos para que todos los podamos consultar y contrastar (de momento, no hay rastro de ellos). En segundo lugar, los datos deben de responder a una serie de preguntas cuyo objetivo sea saber de qué manera evitarlos. Sin embargo, en la nota de prensa que ofrece el ayuntamiento no aparece nada de esto. Se echan en falta datos que indiquen a qué se debieron los accidentes, dónde ocurrieron, quiénes estaban implicados y qué gravedad de lesiones produjeron. Por estos motivos, podemos afirmar que la información publicada no solo es inútil, sino que además alimenta los prejuicios relativos a la seguridad de la bicicleta como medio de transporte.

Si bien en la noticia se habla exclusivamente de accidentes con víctimas (es decir, solo aquellos que han tenido como consecuencia una o varias personas heridas o muertas), desconocemos el número de fallecidos, heridos graves (hospitalización de más de 24 horas) y heridos leves. Y esto tiene importancia, pues (perdonad lo obvio) no es lo mismo 70 fallecidos que 70 rasguños en una rodilla. Según los datos públicos ofrecidos por la DGT, en el año 2013 fueron 39 los accidentes ciclistas con víctimas en la ciudad de Granada, todos ellos leves; y, en el año 2014, fueron 25: 3 graves (con hospitalización de más de 24 horas) y 22 leves. ¿Qué gravedad han tenido los accidentes con víctimas en los años 2011 y 2015? Por otra parte, observando los datos detectamos otro error al que puede conducir la lectura: pensar que los accidentes han ido creciendo de forma continuada a lo largo de los años y, sin embargo, no ha sido así.

Otra cuestión de mucha importancia es que con la información aportada tampoco sabemos si en estos accidentes se han visto implicados otros vehículos o si, simplemente, el ciclista se ha caído solo. En el caso de que haya otros vehículos implicados, también desconocemos las causas que han provocado la colisión (baja visibilidad, posición del ciclista, problemas en la infraestructura, conducta del ciclista, conducta el otro conductor,…) y el lugar donde se ha producido (acera, acera bici, carril bici, calzada, … , intersección, recta, paso de peatones….). En la noticia tan solo se dice lo siguiente: “En cuanto al tipo de infracción más común que se ha detectado cuando se produce un accidente con ciclistas implicados es no respetar la normativa, ni la señalización, así como llevar a cabo una conducción distraída”. Se trata de una afirmación genérica a través de la cual ni siquiera es posible saber quién comete la infracción, ni tampoco es posible conocer de qué conductas concretas se está hablando, ni el porcentaje de las mismas que conducen a una colisión; así mismo, tampoco sabemos si es la propia infraestructura o señalización, o estado de los vehículos los que han ocasionado el accidente. Por si todo esto no fuera poco, para finalizar se incluye una opinión sobre el comportamiento de los ciclistas (pues no se aportan datos que lo corroboren): «En el devenir diario es fácil ver a ciclistas que se saltan los semáforos en rojo, que ponen en peligro a peatones o que se saltan un stop”. Pareciera que, inevitablemente, de esta manera se produjeran los accidentes y que los ciclistas sean los únicos que infringen las normas o que fueran los únicos responsables en caso de accidente… no condenemos a todo un colectivo por el comportamiento de algunos individuos (especialmente, cuando ni siquiera se aportan datos sobre estas conductas ni sobre sus consecuencias).

Por otro lado, aparece la frase “en el 62% de los casos las víctimas llevaban casco frente al 38% que no llevaba la cabeza protegida”. Estos datos son de interés y deberían servir para averiguar si el casco fue útil para reducir la gravedad de las lesiones en los accidentes. Sin embargo, arrojar estos datos sin más explicación en el desarrollo de esta noticia puede inducir al lector pensar que el casco tiene algo que ver con la etiología del accidente. Una vez más, perdón por lo obvio: el casco no previene los accidentes (por mucho que sea recomendable usarlo). La citada frase establece una asociación de ideas entre “ciclista”, “accidente” y “no llevar casco” que termina legitimando opiniones del tipo “la violaron porque iba en minifalda”. Quizá se desconoce que en ciudad solo los menores de 16 años están obligados a llevar casco, o que ningún país de cultura ciclista obliga a los adultos a llevar casco en ciudad, etc. La citada frase puede llevar a engaño y criminalizar al ciclista por creer que está transgrediendo la ley, hasta el punto de culparlo en caso de accidente, cuando no es para nada el caso.

Por último, en la noticia se añade una explicación sobre los cursos de educación vial con la bicicleta dirigidos a escolares que el ayuntamiento imparte en el Centro de Educación Vial en colaboración con Granada al Pedal. Ya hemos argumentado en otras ocasiones los motivos por los cuales estos cursos no sirven para facilitar el aprendizaje y la autonomía de los jóvenes para conducir la bicicleta con seguridad (consultar para ello los siguientes enlaces: 1 y 2). Por este motivo, aprovechamos la ocasión para preguntar una vez más: ¿por qué motivo el ayuntamiento no retoma el proyecto ciclocívica?

Por todo lo expuesto consideramos el artículo un totum revolutum cómplice de perpetuar una idea equivocada de la bici urbana, exagerando sus defectos y ocultando sus muchas virtudes… ipor Tutatis!

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